Fermín se acababa de duchar y miraba atento a su peluca con gesto pensativo. Desde que la compró su vida había sido un infierno ya que la peluca le hablaba. Don Manuel, su psicólogo, le había dicho que se la pusiera otra vez y que se relajase. Pero él no sabía si podría relajarse sabiendo que estaba manteniendo una conversación con un trozo de pelo.
Al final se decidió y nada más colocársela escuchó: Vaya, vaya! A qué se debe este honor?
Fermín había decidido a seguirle el juego a la peluca y no negar esa voz que venía de su mente -o eso quería creer él- con la secreta esperanza de que así desaparecería más rápido. Hola, peluca! Respondió.
-De peluca nada! Que uno tiene un nombre, Arthur.
Vaya! No solo habla sino que hasta tiene nombre! Bueno, bueno. Yo me llamo Fermín.
-Muy bien Fermín. Ahora, si no te importa, me puedes explicar porqué te compras una peluca para dejarla dentro del armario una semana?
-Perdona pero, por si no te has dado cuenta, hablas. Y eso, que yo sepa, no es muy normal entre las pelucas. Necesitaba tiempo para ordenar mis pensamientos y ver qué podía estar pasando. Estaba tan rayado que incluso fui al psicólogo!
-Que fuiste al psicólogo porque tu peluca habla? Vamos hombre! Gurdon no tuvo ningún problema en todos los años estuvimos juntos.
-Lo que sea! Además, te pusistes un poco pesadico con lo de la ciencia.
-Cómo quieres que me ponga si no tienes ni idea de ciencia! Eres como un monigote que se traga todo lo que le digan y sin criterio ninguno. Que los alimentos transgénicos son malos, pues vale; que las células madres son buenas, pues venga; que todo lo que diga Greenpeace va a misa, pues claro! Un hombre adulto como tú no puede permitirse el lujo de ser analfabeto en ciencia. En pleno siglo XXI!
Por ejemplo, me he dado cuenta de que usas una crema de rejuvenecimiento celular para la cara y me apuesto lo que quieras que no puedes explicarme qué es una célula.
–Y yo qué se. Sólo es una crema de la cara!
–Osea, ni idea. Eso ya lo sabía yo. Para que sepas, la célula es lo mínimo que se despacha en ser vivo. Si algo está vivo, una de dos: o es una célula o está formado de células. Los seres vivos que sólo son una células -como las bacterias que intentas matar cada vez que limpias la cocina- son seres unicelulares. Y a los que tienen más de una se les llama pluricelulares, como tú.
-Entonces todo lo que está vivo tiene células, no?
-Sí.
-Mi prima Loli, las bacterias, los virus…
-Eh! los virus, no son células ni están compuestos por células.
-Cómo que no? Con toda la tabarra que dan!
-Además, no son seres vivos.
-Qué dices? Las bacterias sí y los virus no? Te estás quedando conmigo, no?
-A ver, un ser vivo es aquel ser que sea capaz de alimentarse, relacionarse y reproducirse por si mismo. Y el virus no puede reproducirse solito. Necesita una infección para meterse dentro de las células y utilizarlas para producir más virus. Por eso no son seres vivos.
-Vaya cacao!
-De cacao nada! Que lo de las células lo sabría hasta un jovenzuelo de secundaria.
-Pues sí que le sacas tú punta a una cremita… Le voy a quitar las etiquetas a todos los botes! Vaya a ser que todas las mañanas me des la tabarra con una clase magistral!
Y Fermín, con el ego un poquito dolido, salió del cuarto de baño, no sin echarse antes una buena ración de laca que dejó grogi a Arthur. Vendetta!!!!